En vísperas del comienzo del mes de mayo, un mes tradicionalmente dedicado a la Virgen María, nuestro obispo don Antonio Prieto, nos dirige esta carta:
En la Edad Media, los cristianos, al contemplar la belleza de la primavera, exuberante en el mes de mayo, se dieron cuenta de que esa belleza podía compararse con la hermosura de nuestra Madre del cielo. De ahí viene la costumbre de levantar altares para la Virgen y llevarle flores. No perdamos esta hermosa costumbre. En este mes de mayo, podemos llevar a la Virgen la flor de nuestra oración y de nuestra caridad con los hermanos, especialmente con los más pobres. Nada agrada tanto a una madre como ver a sus hijos unidos, en armonía y en paz. Recemos el rosario. El Papa Francisco dice que el rosario es “la oración de los sencillos y de los santos” (Twitter 7-X-2016). Está al alcance de todo el mundo. No se conoce a ningún santo que no rezara el rosario. La devoción a María es “el camino más fácil, corto, perfecto y seguro para llegar a la unión con Dios, en la cual consiste la perfección cristiana” (S. Luis Mª Grignon de Monfort, Tratado de la Verdadera Devoción, n. 152).
Durante los siglos XVII y XVIII, este santo popularizó esta preciosa devoción, explicando su contenido: “Consiste en darse por entero, como esclavo, a María y a Jesús por ella y, además, en hacer todas las cosas por María, con María, en María y para María” (El secreto de María, n. 28).
La esclavitud mariana se expresa también en el lema: Totus tuus, de San Juan Pablo II. Es el comienzo de una oración a la Virgen, atribuida a San Buenaventura, que reza así: “Yo soy todo tuyo, y todo lo mío es tuyo, oh Virgen gloriosa”.
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